Nos enseñaron que el átomo era como un sistema solar, con electrones girando alrededor del núcleo como los planetas en órbita alrededor de una estrella. Pero en realidad, no es así. Aunque la imagen nos sirva metafóricamente como una primera aproximación para ayudarnos a visualizar algo que, para nosotros, es invisible.
La ciencia nos muestra muchas veces las cosas con metáforas porque nuestro cerebro ha evolucionado para captar intuitivamente un mundo mucho más simple que el contraintuitivo mundo que científicamente se nos ha puesto de manifiesto, sobretodo recientemente. La actividad funcional del cerebro, por ejemplo, es para nosotros casi tan invisible como el mundo del átomo, por lo que también se emplearon metáforas para definirla. Durante siglos el cerebro ha sido comparado con una máquina hidráulica (hasta el siglo 18), una calculadora mecánica (en el 19) y un ordenador electrónico (en el 20). Hoy en día una metáfora muy popular es que el cerebro es como una navaja suiza, con módulos especializados para la visión, lenguaje, reconocimiento facial, la detección de trampas, la asunción de riesgos, la espiritualidad e incluso con un "módulo de Dios".
Las metáforas de la Modularidad se han alimentado de los nuevos escaneos del cerebro con la tecnología denominada imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI). Todos hemos visto imágenes escaneadas con relieves (normalmente en rojos) donde se ven zonas donde el cerebro que "se iluminan" al pensar en X (dinero, sexo, Dios, y así sucesivamente). Esta nueva metáfora de la modularidad es tan seductora que el mismo autor del artículo(Michael Shermer) la ha empleado en varios libros sobre la evolución de la religión (módulos de las creencias), la moral (módulos morales) o economía (módulo del dinero)... sin embargo, hay un movimiento escéptico en marcha para frenar los abusos de la metáfora modular que está siendo impulsada por los neurocientíficos. El 11 de noviembre de 2007, en la edición del New York Times, por ejemplo, se publicó un artículo de opinión titulado "Esta es la parte política de tu cerebro" escrito por el neurocientífico Marco Iacoboni de la Universidad de California en Los Angeles, y sus colegas. En el cual se presentaron los resultados de “los movimientos del cerebro” en sus exploraciones a algunos votantes. "Cuando a los sujetos se les mostraron las palabras' demócrata ',' republicano 'o' independiente', se mostraban altos niveles de actividad en la parte del cerebro llamada la amígdala, lo que indicaba ansiedad", señalan los autores. "Las áreas en el cerebro de la amígdala y la insula asociadas con la ansiedad, la repugnancia y el aislamiento son especialmente activadas cuando los hombres veían la palabra' republicano '. Pero además las tres denominaciones también suscitaron cierto grado de actividad en el área del cerebro asociada con la recompensa, (la parte denominada cuerpo estriado ventral), como así como en otras regiones relacionadas con los deseos y con las zonas asociadas a cuando uno se siente en sintonía con algo. "Así se desprende que la palabra" republicano "provoca ansiedad y disgusto, salvo cuando se disparan sentimientos de deseo y conectividad. El resto de las conclusiones del artículo son igualmente ofuscantes.
En una nota acorde con la auto-corrección de la naturaleza de la ciencia, Iacoboni de la UCLA, su colega Russell Poldrack y otros 16 neurocientíficos de todo el mundo publicaron una respuesta tres días más tarde en el Times, explicando: "Como neurocientíficos cognitivos que utilizan la misma tecnología de imagen cerebral, sabemos que no es posible determinar definitivamente si una persona está teniendo una sensación de ansiedad o si simplemente estamos mirando las conexiones de la actividad en una región particular del cerebro. Esto es así porque las regiones del cerebro suelen ser despertadas por muchos estados mentales, y por tanto, ver una a una no es posible en el mapeo cerebral de una región y así ver su conexión con un estado mental concreto hasta llegar a decir, por ejemplo, la amígdala se activa por la excitación y las emociones positivas... por ello la clave para la interpretación de tales exploraciones es un cuidadoso diseño experimental que permita la comparación entre los diferentes estados del cerebro.
Un escepticismo adicional surge por el propio sistema fMRI, ya que sabemos que las medidas de flujo de sangre cambian no solo por la actividad neuronal, además los colores son artificialmente añadidos con el fin de ver esas diferencias en el flujo de sangre y esas imágenes no son por supuesto las imágenes del cerebro de ninguna persona sino que son una compilación estadística de muchas actividades del cerebro durante el experimento. "Algunas de las afirmaciones formuladas por los neurólogos suenan como la astrología," Dijo Poldrack en una entrevista. "No es un problema científico. Tienen algo de ciencia y luego van mucho más allá de ella. "Existe por ejemplo, el problema de invertir la inferencia causal", cuando la gente ve alguna actividad en una zona del cerebro y a continuación, concluye que esa parte del cerebro es donde X hecho sucede. Podemos demostrar que si se produce un estado de miedo, la amígdala se ilumina, pero eso no quiere decir que cada vez que su amígdala se ilumine es que existe miedo. Cada área del cerebro se ilumina bajo un montón de diferentes estados. Y simplemente no tenemos los datos que nos digan cómo se activa selectivamente un área ".
En la Universidad de California en San Diego, la filósofo de la mente Patricia S. Churchland decía con escepticismo: "Los módulos mentales son una completa tontería. No hay módulos que estén encapsulados y envíen información a un procesador central. Hay determinadas áreas de especialización, eso sí, y tal vez existan redes, pero estas no siempre están dedicadas a una tarea específica "En lugar de metáforas de módulos mentales deberiamos hacer uso del concepto de redes neuronales".
Las áreas del cerebro no se utilizan evidentemente por azar y por ello no está mal buscar redes neuronales asociadas con conceptos psicológicos, siempre y cuando no sucumbamos a los cantos de sirena de la frenología.
La ciencia nos muestra muchas veces las cosas con metáforas porque nuestro cerebro ha evolucionado para captar intuitivamente un mundo mucho más simple que el contraintuitivo mundo que científicamente se nos ha puesto de manifiesto, sobretodo recientemente. La actividad funcional del cerebro, por ejemplo, es para nosotros casi tan invisible como el mundo del átomo, por lo que también se emplearon metáforas para definirla. Durante siglos el cerebro ha sido comparado con una máquina hidráulica (hasta el siglo 18), una calculadora mecánica (en el 19) y un ordenador electrónico (en el 20). Hoy en día una metáfora muy popular es que el cerebro es como una navaja suiza, con módulos especializados para la visión, lenguaje, reconocimiento facial, la detección de trampas, la asunción de riesgos, la espiritualidad e incluso con un "módulo de Dios".
Las metáforas de la Modularidad se han alimentado de los nuevos escaneos del cerebro con la tecnología denominada imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI). Todos hemos visto imágenes escaneadas con relieves (normalmente en rojos) donde se ven zonas donde el cerebro que "se iluminan" al pensar en X (dinero, sexo, Dios, y así sucesivamente). Esta nueva metáfora de la modularidad es tan seductora que el mismo autor del artículo(Michael Shermer) la ha empleado en varios libros sobre la evolución de la religión (módulos de las creencias), la moral (módulos morales) o economía (módulo del dinero)... sin embargo, hay un movimiento escéptico en marcha para frenar los abusos de la metáfora modular que está siendo impulsada por los neurocientíficos. El 11 de noviembre de 2007, en la edición del New York Times, por ejemplo, se publicó un artículo de opinión titulado "Esta es la parte política de tu cerebro" escrito por el neurocientífico Marco Iacoboni de la Universidad de California en Los Angeles, y sus colegas. En el cual se presentaron los resultados de “los movimientos del cerebro” en sus exploraciones a algunos votantes. "Cuando a los sujetos se les mostraron las palabras' demócrata ',' republicano 'o' independiente', se mostraban altos niveles de actividad en la parte del cerebro llamada la amígdala, lo que indicaba ansiedad", señalan los autores. "Las áreas en el cerebro de la amígdala y la insula asociadas con la ansiedad, la repugnancia y el aislamiento son especialmente activadas cuando los hombres veían la palabra' republicano '. Pero además las tres denominaciones también suscitaron cierto grado de actividad en el área del cerebro asociada con la recompensa, (la parte denominada cuerpo estriado ventral), como así como en otras regiones relacionadas con los deseos y con las zonas asociadas a cuando uno se siente en sintonía con algo. "Así se desprende que la palabra" republicano "provoca ansiedad y disgusto, salvo cuando se disparan sentimientos de deseo y conectividad. El resto de las conclusiones del artículo son igualmente ofuscantes.
En una nota acorde con la auto-corrección de la naturaleza de la ciencia, Iacoboni de la UCLA, su colega Russell Poldrack y otros 16 neurocientíficos de todo el mundo publicaron una respuesta tres días más tarde en el Times, explicando: "Como neurocientíficos cognitivos que utilizan la misma tecnología de imagen cerebral, sabemos que no es posible determinar definitivamente si una persona está teniendo una sensación de ansiedad o si simplemente estamos mirando las conexiones de la actividad en una región particular del cerebro. Esto es así porque las regiones del cerebro suelen ser despertadas por muchos estados mentales, y por tanto, ver una a una no es posible en el mapeo cerebral de una región y así ver su conexión con un estado mental concreto hasta llegar a decir, por ejemplo, la amígdala se activa por la excitación y las emociones positivas... por ello la clave para la interpretación de tales exploraciones es un cuidadoso diseño experimental que permita la comparación entre los diferentes estados del cerebro.
Un escepticismo adicional surge por el propio sistema fMRI, ya que sabemos que las medidas de flujo de sangre cambian no solo por la actividad neuronal, además los colores son artificialmente añadidos con el fin de ver esas diferencias en el flujo de sangre y esas imágenes no son por supuesto las imágenes del cerebro de ninguna persona sino que son una compilación estadística de muchas actividades del cerebro durante el experimento. "Algunas de las afirmaciones formuladas por los neurólogos suenan como la astrología," Dijo Poldrack en una entrevista. "No es un problema científico. Tienen algo de ciencia y luego van mucho más allá de ella. "Existe por ejemplo, el problema de invertir la inferencia causal", cuando la gente ve alguna actividad en una zona del cerebro y a continuación, concluye que esa parte del cerebro es donde X hecho sucede. Podemos demostrar que si se produce un estado de miedo, la amígdala se ilumina, pero eso no quiere decir que cada vez que su amígdala se ilumine es que existe miedo. Cada área del cerebro se ilumina bajo un montón de diferentes estados. Y simplemente no tenemos los datos que nos digan cómo se activa selectivamente un área ".
En la Universidad de California en San Diego, la filósofo de la mente Patricia S. Churchland decía con escepticismo: "Los módulos mentales son una completa tontería. No hay módulos que estén encapsulados y envíen información a un procesador central. Hay determinadas áreas de especialización, eso sí, y tal vez existan redes, pero estas no siempre están dedicadas a una tarea específica "En lugar de metáforas de módulos mentales deberiamos hacer uso del concepto de redes neuronales".
Las áreas del cerebro no se utilizan evidentemente por azar y por ello no está mal buscar redes neuronales asociadas con conceptos psicológicos, siempre y cuando no sucumbamos a los cantos de sirena de la frenología.
Por Michael Shermer para SCIAM
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